martes, 22 de julio de 2008

Wendy, Peter, un murcielago y un gatito extrañamente involucrados


Mi mano ya no recibe respuesta, al principio no quería caer en ese abismo que se hallaba a mi derecha, caminaba por el borde del precipicio pensando en si dejarme caer o no, pero no encontraba el valor para tirarme. Una voz que había caído antes era mi única compañía hasta que en una conversación para dúa sorpresa se invirtieron los papeles. Yo terminé cayendo, luego allí me di cuenta de que mi compañera de viaje ya no estaba, había conseguido salir y ahora era yo la que caía, sentía como cada vez estaba más próxima al suelo pero ciertamente estaba bajo mi total ignorancia, no sabía cuando sería el momento del impacto y empezaba a querer que fuese pronto para acabar con esto de una vez. No llegué a eso, me rescataron. Un nuevo ser, una nueva criatura parecida a un ángel me salvó de mi espantoso final. Con susurros me abrió los ojos y me hizo entender que yo soy Peter y había llegado la escena en que Wendy soltaba mi mano. Ahora, aun que no olvido lo ocurrido ni vivido, sonrío, se que no estoy sola. ¿Daré nombres? ...no... todavía no... Hay aspectos que aclarar primero. El pequeño murciélago herido que había caído antes que yo, ya recuperado, ha conseguido cosas importantes y difíciles de obtener por mi parte, eso es mi confianza. Si, en su presencia no temo a mostrarme como soy, puedo quitare este disfraz y sonreír libremente. ¿Qué le puedo decir que no sepa?... por aquí: un ''te quiero'', un ''abrazo'' y las ''gracias'', el resto lo sabe con un mínimo contacto. El gatito que me ha rescatado, me ha cautivado de otra manera, sin darme yo realmente cuenta de porque esta extraña sensación quien sabía su significado me hizo confesar. Así lo hice pero en silencio, lo que realmente esconde puede herir oídos sensibles por eso mejor guardarlo en un aparente secreto. -Sus delicados brazos me han cubierto, me han cedido su calor. Comenzó siendo tiernamente mientras me reponía, al ver que no me soltaba muy a gusto comencé a sonreír, palabras me hicieron temblar y temí que se apartara pero no, alegre me abrazó con más fuerza, fue en este momento cuando enloquecí-. A este gatito quiero darle las gracias también y al murciélago : que no se le ocurra decir que me encantaría volverlo a repetir.

miércoles, 2 de julio de 2008

DE USAR Y TIRAR


Hay personas que desgraciadamente no aprendemos a la primera. Por eso las caracterizo (y en ellas me incluyo) de usar y tirar. Al principio de una relación somos como el juguete nuevo que te acaban de regalar. No quieres dejar de jugar con él, lo cuidas, lo tratas como si fuese tu mayor tesoro, prometes que esta vez será diferente, que no lo enviaras a esa esquina oscura, no se quedará debajo de la cama ni terminará en el cubo de la basura como todos los demás. Nosotros ''el juguete'' en esos momentos tocamos el cielo con la punta de los dedos, flotamos dentro de una burbuja que nos protege del exterior y soñamos con las promesas que hemos jurado cumplir conjuntamente. Hasta que llega lo inesperado y la situación de un giro de trecientos sesenta grados. Debes separarte de tu ''dueño/a''. Quizás porque te hayas roto y necesitan que te reparen o que ese/a niño/a que te ha regalo todo su cariño y te ha considerado su mejor compañía tenga que ir lejos una temporada y no puede quedarse contigo ni llevarte. Este es el momento en que nuestra burbuja estalla, se rompe y nosotros caemos, caemos y caemos... sin hallar el suelo tememos al impacto próximo pero ya da igual ¿Hay algo peor? El cielo se nos presenta inalcanzable y todas esas promesas penden de un fino y delicado hilo. A la vuelta es inevitable no descubrir cambios, posiblemente un juguete nuevo o tal vez un repentina madurez. No hay palabras para explicar lo que se siente en ese momento, no sabes en realidad que sientes, que debes sentir... ¿rabia?¿miedo?¿tristeza?¿temor?¿ira?¿desesperación? Es difícil de encajar, pues ya te habías adaptado a un plano, aquello se había vuelto una rutina y el cambio puede ocasionar daños psicológicos, sentimentales y no sería muy acertado rehusar a incluir el daño físico. Es duro de entender. Sin darte la más mínima cuenta estás en esa oscura esquina a la cual te prometieron nunca enviar, o tal vez en el cubo de la basura. No tienes por que estar en mal estado, por dentro puede ser, pero haces lo posible por ocultarlo al exterior pues la imagen es la que vende aunque me cueste decirlo. Eso es lo que permite que otro niño/a te encuentre, te recoja y lleve a casa. No nos damos cuenta de que estamos como al principio de todo. Hay nuevas caras, nuevas promesas, planes de futuro más atrayentes, pero no puedes olvidar tu pasado, siempre habrá una foto, una marca, un pensamiento... un recuerdo que haga daño. Piensas que esta vez será diferente, que no te volverá a pasar, pero somos estúpidos. Si, con todas sus letras ''ESTÚPIDOS'' vivimos en un circulo vicioso donde todo se repite, se repite y se repite... Deseamos hallar la salida pero aparte de que no la hay tememos el encontrarla. Somos ilusos y por ello tropezamos siempre con la misma piedra, pero no nos levantamos, esperamos que alguien lo haga por nosotros, que nos levanten y es cuando empieza nuestra dulce tragedia. De momento, en un único caso pido ''realmente de corazón'' no acabar en las sombras que por siempre permanecerán presentes debajo de la cama. El/la aludido/a puede que nunca se entere de esto, pues creo que ya es tarde aunque sigo teniendo esperanzas de que no, es que no quiero aceptar que ya me encuentro en nuevas manos, no digo que en ellas no esté a gusto simplemente que es que no quiero soltarme de mi antiguo/a dueño/a, tengo demasiadas marcas que hacen que este recuerdo me hiera, y me agarro con más y más fuerza pero la respuesta es cada vez más débil. Sinceramente todas las noches entre lágrimas duermo susurrando ''por favor... no cedas''.